¡Hola a todos! Ya sé que hace mucho que no escribimos (a pesar de que prometimos pasar por aquí más a menudo), pero es que nuestra vida no ha sido muy interesante: comemos, dormimos y nos peleamos, y de vez en cuando los bipes nos castigan por malas.
Pero hace una semana nuestra vida cambió: los bipes están haciendo obras en casa. Van a ampliar el salón para que tengamos más sitio para jugar y dar saltos, y nos van a poner una barra en el patio para que podamos comer mientras miramos a los gatos del vecino.
Pero de momento todo es un caos: albañiles por todas partes, polvo, cemento, herramientas que no nos dejan tocar... Yo me porto muy bien: no molesto a los bipes-obreros cuando trabajan, no me escapo si la puerta está abierta y no toco lo que no es mío. Pero Tuna...
Además ha cogido la costumbre de revolcarse en la tierra que usan para hacer la mezcla, y deja su huellitas en el cemento. Y se pasa el día entero ladrándoles y fastidiando. La hermana-bipe la tiene que encerrar por si se escapa, y entonces se vuelve loca y se pone a llorar y a subirse en los sofás.
Todos opinan que es muy mona y muy graciosa. Esto no me molesta porque por lo menos juegan conmigo a la pelota, pero como no empiece a portarse mejor le voy a dar un buen mordisco (ayer rompió mi pelota favorita y aún estoy enfadada con ella).
Al menos parece que ha aprendido a no fugarse de casa: hoy nos ha avisado a todos de que la puerta estaba abierta. Se puso a ladrar para que la cerraran, pero como nadie le hacía caso tuve que ir yo a buscar a papá-bipe.
Espero que las obras acaben pronto. No me gustan los ruidos que hacen las máquinas esas y estoy harta de que Tuna me llene de tierra y cemento.
Muchos lametones a todos, ¡guau guau!
><
Hoy los bipes han puesto un plástico encima de mi montón de arena para que no me la coma. He llorado bastante y al final me he dormido encima del plástico. Quiero que lo quiten, así no puedo jugar con mi arena...