¡Hola a todos! Hacía mucho tiempo que no me dejaban escribir en el blog. La hermana-bipe no suelta el ordenador porque dice que tiene cosas que hacer, y la pedorra de Tuna piensa que el hecho de que un pajarito le chille es un asunto de Estado o algo...
Pero hoy he decidido ponerme firme y venir a contaros lo que todos ya sabíamos: que Tuna es mala hasta la médula y que todos los profes del mundo no pueden hacer que se porte como un ser perruno normal.
Veréis, últimamente a Tuna le dio por comer basura, romper cosas y ponerse rebelde en los paseos. Los bipes se hartaron de ella (lógicamente) y el otro día tomaron una decisión: volvieron a llamar a su profe para que le diera un repaso.
Hoy, el profe ha venido a casa. Tuna, como no se entera de nada, se ha puesto contentísima. Ha dado un par de volteretas y se ha dedicado a roncar como una morsa en su cesta. Yo estaba muy atenta a todo, y os lo resumo: a partir de ahora va a dormir en un transportín, para que no pueda romper nada y deje de comerse las patatas del cesto de verduras.
Además, papá-bipe recibirá unas clases de repaso sobre cómo pasearla bien. Es que claro, esto es un cachondeo: enseñan a la hermana-bipe a llevarla con la correa pero luego no la saca ella. Y, por supuesto, Tuna se aprovecha, como siempre.
Después de la charla, se la llevaron de paseo. Al parecer no fue mala del todo, pero hay que pulirla, como a un diamante en bruto. Yo lo de diamante lo quitaría, pero bueno.
Y lo mejor de todo es que ya está por llegar su collar de pinchos, así que tendrá que aprender de una vez por todas.
Así que esperemos que todo vaya bien. A mí personalmente no me importa lo más mínimo: si es mala, la regalan y yo me quedo sola y tranquilita, como antes.
Muchos lametones a todos, ¡guau guau!